3.9.06

Mail del Extraño



Para: ignaciomoro83@hotmail.com

Asunto: ¿Y después?


¿Y después, Tigre Blanco? Quedaste en que ibas a volver a pasar por La Casa. Y sin embargo soy yo el que tiene que figurárselas con esta máquina obsoleta que tengo acá, para entrar en tu blog denso y descubrir que "El héroe se ha perdido".

Para ser sinceros, no pude menos que reír ante tu melodramático post. Podría empezar a destruir tus argumentos uno a uno, desde el título. Decir por ejemplo, que cómo rayos se te ocurre poner "El héroe" si bajo ningún punto de vista sos tal cosa. No sé en qué parte de tu pueril camino te creíste lo suficientemente grande como para atribuirte ese título. Como ya estás viendo, todo el mundo cae de su ego de vez en cuando, así que, tratá de que no sea tan alto, para que no te rompas muchos huesos al chocar contra el suelo.

Segundo: perdido siempre estuviste. Eso no es nada nuevo. Contame una de cowboys, como suele decir tu mamá. O chocolate por la noticia, como dicen tus amigas. Tus pasos nunca fueron firmes hacia ninguna dirección. Siempre dudaste, siempre fuiste un holgazán que hizo las cosas a medias porque tiene terror de comprometerse. Sea comprometerse con una persona, con una idea, con un trabajo o con una vocación. Lógicamente, hermano, vas a andar perdido. Como un náufrago incapaz de aferrarse a nada. Sólo que tu caso es peor, porque no querés aferrarte a nada. Y como dicen por ahí: no hay peor ciego que el que no quiere ver. Vamos a ver cuánto tiempo más sobrevivís a la deriva.

Ahora voy a ser mínimamente más agradable contigo: hay muchas cosas para las que servís, pero quizás una o dos que podrían convertirte en algo grande, muy grande. Yo, más que nadie, quisiera verte tocar el cielo con las manos, porque un poquito de ese triunfo me pertenecería a mí también. Entonces, la cuestión es así. Aunque te duela, Ignacio, es hora de empezar a tomar decisiones. Elegir lo que es verdaderamente importante. Estás por cumplir veintitrés años. Después no te vas a dar cuenta y tu vida va estar en la cuesta descendente. Y ahí te vas a lamentar y voy a tener que ser yo otra vez quien se trague tus plagueos. ¡Qué densidad de solo pensarlo! Mi recomendación es que pares un poco y te plantees las cosas. No podés con todo, superman, y ya es hora de que lo vayas entendiendo. Elegí, como amigo te lo recomiendo.

Otro consejo: no tengas tanto miedo. Yo sé lo que te hace temblar por las noches: le tenés un terror crónico al fracaso. Y lo más simpático es que, de tanto que le temés, empezás a quedarte paralizado y a aceptar a ser un fracasado, sin siquiera haber intentado triunfar. Extraño los días en que escribías sin pensar en la opinión de nadie, sin juzgarte tan duramente tomando como vara los gustos de los otros, esos otros que, a fin de cuentas, son más sombras que el que te escribe ahora. En aquellos días, tus ojos tenían un brillo diferente y de verdad sentías placer en inventar historias. Hoy sos un aburrido más preocupado por tener un "buen estilo" que otra cosa. Lo cual no está mal, pero tampoco es para exagerar.

En fin, este mail ya está muy largo. Especialmente teniendo en cuenta que a vos las cosas te entran por un oído y te salen por el otro.

Hagamos esto: pasá por la casa y charlemos un poco. Te invito un café con torta de chocolate y canela. Prometo ordenar un poco la casa y no ser tan pérfido ni mala onda como siempre. Hay muchas cosas que yo podría mostrarte. Y sé que hay otras que vos tenés para aclararme.

Espero que vengas pronto.


El Extraño.