27.10.06

Las llanuras de Fuego y Ceniza

“¡Mal momento!” repetía el Extraño, totalmente obsesivo-compulsivo. “¡Elegiste un pésimo momento para partir!” Yo seguí armando mi escuálida mochila con algunas de las cosas que llevaría al famosísimo viaje sin prestarle mucha atención. Para él, yo todo lo hacía mal, así que ya ni me interesaba averiguar por qué se quejaba esta vez.

“¿Te das cuenta de la situación en que nos pones?” continuó. Hastiado, pregunté qué rayos le pasaba ahora. “Elegiste el peor momento para iniciar este viaje”. Creo que le ladré un “¿por qué?”. Me dijo que yo estaba a punto de empezar otra cosa: los espantosos exámenes finales de la universidad. Claro, bastante consciente estaba yo de ello. Pero no terminaba de comprender qué importancia podía tener eso para el mundo surrealista en el cual nos encontrábamos el Extraño y yo. Máximo, me robaría un poco (muuucho) de tiempo para dedicarle al viaje.

“Una vez que el viaje se inicia, este mundo y el otro se conectan de un modo inquebrantable. Lo que te suceda en el Otromundo se reflejará aquí, y quizás viceversa, lo que es todavía más peligroso. En el Otromundo atravesarás tu momento más difícil del año. Eso aquí será como atravesar ardientes llanuras de Fuego y Ceniza, sin horizontes de esperanza por delante, por muchos días. Ten cuidado futuro héroe, no te pierdas en alguno de los dos caminos, podrías perderte irremediablemente en el otro. Sobre todo cuida de no perderte en el Otromundo, que si lo haces, ni yo podré salvarte”

Paré de acomodar las cosas por un rato y me dejé caer en un sofá cubierto por una empolvada sábana gris, como la mayoría de los muebles de La Casa. Reflexioné sobre sus palabras: cada fin de año se vuelve tétrico para mí. Cierto que soy un alumno bastante decente, pero cada año, los exámenes son mi prueba de fuego. Siempre creo que no llego, pero al final, con la ayuda de un ángel guardián termino alcanzando. El final suele ser feliz, pero el nudo de la historia es siempre un caos. Mi carrera no me convence del todo, no quiero ejercer, no quiero litigar en este edificio de perdición (de la cordura) que es el tribunal. No estoy de acuerdo con los métodos de enseñanza de la universidad (memorizar códigos y leyes… ¿se les ocurre algo más mediocre?) y estudiar me resulta una tortura china (aún cuando esté consciente de cuán afortunado soy por estar en el 1% de la población que accede a la educación terciaria). Y me desespero por rendir todas las materias en la primera oportunidad para después tener vacaciones en paz, porque estudiar en verano se me figura el círculo más profundo del infierno de Dante. Y este año, al estrechísimo período de tiempo en que acomodamos (mal) nuestras materias se suma un desafío más: ya trabajo, ya soy un ciudadano productivo. O sea que tendré menos tiempo todavía.

Para empeorar, mis últimos parciales fueron un fiasco. Por vergüenza, uno no debería presentarse así de mal preparado. Pero parece que me olvidé la vergüenza y el ánimo para estudiar en alguno de los cursos inferiores.

Me levanté del sofá y observé mi leve equipaje, con las manos en la cintura. Dejé escapar un bufido y cruzamos mirada con el Extraño. “¿Esperamos un poco para partir?” Hice un gesto negativo. Si yo quiero ser héroe un día, sólo me queda enfrentar las noches oscuras y sin sueños. Si él quiere ser maestro, tendrá que ayudarme a pasar este pseudo infierno.

“Sigamos armando los bolsos. Apenas terminemos, nos lanzamos a las llanuras de Fuego y Ceniza”, aseguré.

Creo que los dos quedamos satisfechos: tendríamos la oportunidad de ver de qué madera estaba hecho cada uno.

Saludos Felinos.
Y saludos del Extraño.




PS: La imagen la encontré cuando buscaba imágenes de guerra, para un trabajo de la universidad, en esta dirección: www.hondurasart.com/gallery/adrian/aaa. Todavía no tuve tiempo de investigar bien de qué se trata, pero me gustó y les doy el dato, por si quieren curiosear ustedes.
PS2: Si no nos ven mucho por acá, ya saben... Exámenes... Llanuras de fuego y cenizas...

15.10.06

Negocios Negociados

De negociados y demás están repletas las páginas de los diarios. Así que este humilde y desierto blog no podía ser la excepción. La vida es un constante tira y afloje, una eterna necesidad de ir transando (en los dos sentidos en que este término puede entenderse ;) ). Por eso nos sentamos los dos ante una desvencijada y polvorienta mesa, sobre la cual pusimos deseos, necesidades, requerimientos, lo que estábamos dispuestos a ceder y finalmente negociamos una solución al asunto. No se hagan ilusiones, no estoy hablando de mi novia y la imposible posibilidad del martirimonio, así que no van a estar invitados a ninguna boda y/o funeral. No van a farrear gratis a mi costa, entiéndanlo.

Aunque la historia les vaya aburriendo (lo muestra la abrumadora cantidad de comentarios del último post), me encontré con El Extraño. Fui hasta La Casa, como un día le había prometido. Pero nada de tortas de canela y café, ni galletitas de salvado no me invitó el pelotudo ése. Cuando llegué me salió con el cuento de que era yo el que tenía que llevar el picnic, que acaso había visto alguna confitería alemana por los alrededores como para que él pudiera hacer las compras.

Entonces, dejando de lado la comida, nos sentamos a hablar. Y entonces me empezó a comentar sobre un lugar, donde yo podría, de verdad y si quisiera, iniciar un camino del héroe que a lo mejor, algún día, me convierte en algo semejante a lo que deseo. “Laciudad”, me dijo que se llamaba el lugar. Qué original… La-Ciudad… Lógicamente le pregunté qué clase de lugar es ése. “Es como un interior reino de nada”, dijo. Yo lo miré fastidiado. “Ese es el título de un libro, no te hagas del genio”. “Bueno, pero expresa bastante bien lo que significa el lugar del cual te hablo. Vas a verlo si vamos, es un lugar donde los cuadros de Dalí te parecerían una expresión del hiperrealismo”. Si quería asustarme como siempre, esta vez no lo logró. Lo observé en silencio un rato y noté que aún cuando los dos compartiéramos la misma apariencia, los mismos rasgos, en conjunto éramos bastante diferentes. El extraño tenía una mirada mucho más perversa, mucho más segura de todo que yo, y aún cuando sus ropas estuvieran más desgastadas y pasadas de moda que las mías, se veía mucho más ‘gentleman’ que yo. Cuando se volteó, me llamó la atención una profunda cicatriz que enmarcaba su rostro del lado derecho, entre las cejas y la mandíbula. Me sentí tentado a preguntarle de dónde la había sacado, pero preferí dejarlo para más adelante.

“Vamos, cuando quieras” le dije, “¿qué hace falta?”. El Extraño sonrió, con esa misma sonrisa de siempre, entre pérfida y sarcástica. “Impulsivo, como siempre”, murmuró. “¡Quién te entiende!” exclamé, “o impulsivo o incapaz de tomar decisiones. No se te da el gusto a vos…”. “Bueno, vamos, futuro Sir Tigre Blanco. Volvé dentro de unos días. Yo tendré todo listo para la partida.” “¿No hace falta que traiga nada? ¿No querés que compre nada del super?”, pregunté recordando el incidente de la torta y el café. “Al lugar a donde vamos, de nada podrían servirte unas cuantas cosas compradas”, afirmó, con esa cara de predicador fanático que empezaba a ponerme nervioso.

De repente me acordé de algo, por algo el título habla de negociados. “¿A cambio de qué voy a contar con la maravilla de tu ayuda?”, pregunté, ya tan sarcástico como él. “Vas a necesitar un guía en Laciudad, un maestro… Hace mucho que deseo representar ese papel.”


Y bueno… Hay cosas peores…
Nos vemos para la partida.

Saludos Felinos.
Acho.



PS: el cuadro, evidentemente, es de Dalí. "La tentación de San Antonio".