Un ABRAZO de su amigo
El TIGRE BLANCO
Vanitas Vanitatum: Bienvenidos al paraíso (perdido) de mi Ego.
Vox clamantis in deserto: La verdad es que no entiendo por qué les interesaría leer esto.
PS: Debe ser la mejor imagen de una momia que ví en mi existencia. Aunque la vida haya abandonado a este niño hace varios siglos, parece apenas dormido. La poca diferencia que hay entre el sueño y la muerte.
Veanla exactamente aquí:
http://www.geocities.com/momiasonline/montanas.htm
PS2: Fue un día, gracias a un trabajo práctico de medicina legal (?) que llegué a una página buenísima llamada Momias on line, donde encontré imágenes increíbles y que me hizo sufrir mucho después, porque no podía acceder más a ella, porque decían que la estaban remodelando o algo así. Hoy, todavía no logro encontrar la versión nueva. Pero les dejo la dirección de la vieja, que es buenísima de todos modos.
http://www.geocities.com/momiasonline/index2.html
Ah! y tómense unos minutos para leer la queja del webmaster. Así nos va en la cultura...
Cuando tenía mis 17 años, como todo adolescente y más aún, como adolescente aspirante a escritor, era un dramático incurable. Las tragedias que golpeaban las vidas de los sufridos griegos, allá por los tiempos en que sus dioses caminaban todavía entre ellos, eran totalmente insignificantes, en comparación con las cosas que ocurrían en mi fuero interno. Mis desgracias eran directamente proporcionales al tamaño de mi ego. Bastante ilustrativo, ¿verdad?
Y en esta época hormonal y bipolar, llegó mi primera novia. Mucho antes tuve “amiguitas” por ahí, ya no era ningún neófito en ciertas cuestiones principalmente físicas, pero sí lo era en la complicadísima tarea de relacionarme sentimentalmente con otra persona. Y yo, que siempre fui un cachorro de tigre feliz de vivir en lo más oscuro de su cueva, de repente tenía que salir. Salir para mostrarme y salir para ver a la otra persona. Ambas cosas me parecían muy difíciles.
Era un tira y afloje constante que a veces se expresaba en palabras, y otras en silencios. Bueno, de ella eran las palabras, míos los silencios. Y no había forma de que nos entendiéramos, cada uno concentrado en sus respectivos requerimientos, incapaz de ceder a los pedidos del otro. Y nunca me olvido de ese cuento tan repleto de desilusión que escribí cuando cortamos, apenas cuatro meses después de la noche en que nos dijimos que nos queríamos, por primera vez.
El relato se titulaba “El viaje”, y cristalizaba esa especie de puñalada que recibió, a consecuencia de esta relación, mi ideal de “verdadera comunicación entre dos personas”. Yo me quise mostrar a ella en todo el esplendor de mi oscuridad. Le quise revelar esas rarezas que me constituían, esas reflexiones medio sacadas de contexto, todo eso que yo atesoraba con más cariño. Y a ella le bastaba con ser la novia de ese chico atractivo del curso superior, de quien tanto hablaba con sus compañeras. Quería que yo le dijera “te quiero” unas veinte veces al día, que fuéramos al cine, al shopping y a las fiestas, las consabidas satisfacciones físicas… y nada más. Y yo también quería cosas como esas, pero además tenía un gran universo negro adentro que bullía por revelarse. E imprudentemente se lo quise mostrar.
Primer paso: El camino.
Pienso que existe un camino base que recorrer en todas las relaciones. Sería prácticamente una autopista bien asfaltada y organizada. Quien más quien menos sabe como manejarse en esta parte de la vía, es prácticamente tan convencional como el encabezado de una carta. Seguimos ciertos pasos y ya estamos encaminados. A veces no faltan choques y roces, pero generalmente, nada que lamentar.
Pero de repente, casi sin darse uno cuenta, se pasa a un camino de tierra. Ahí ya hace falta ser un conductor más diestro. Recorrer senderos que nos lleven “tierra adentro” nunca es fácil, abundan las sorpresas a lo largo del mismo. Sería la segunda etapa del conocimiento de la otra persona. Ya pasamos lo superficial y constante, y empiezan a mostrarse las joyas y el barro. Actitudes que nos gustan, y también mañas y manías. Momento de sacar las uñas. Muchas parejas se quedan en esta etapa, se casan y llegan así hasta la meta última de sus vidas. Pero hay algunos desubicados que quieren avanzar todavía más.
Y se encuentran con que ya no hay siquiera camino de tierra. Hay que dejar el auto y bajarse a caminar. Es agotador y muchas veces infructuoso. Y cada vez es peor, porque el camino tiende a adentrarse en lo profundo de un denso bosque que amenaza con no revelarnos la salida.
Segundo paso: La casa recubierta de hiedra.
¡Mas el camino lleva a algún lado! Genial. Hay una casa en un claro del bosque, hecha de piedra fría y recubierta con la hiedra del abandono, con muebles y utensilios que son recuerdos de algún pasado, heredado o adquirido. Hay que ser educados e invitar a pasar. Claro que el polvo acumulado no causa una muy buena impresión y el huésped empieza a pensar que debe existir una buena razón por la cual el lugar no es muy frecuentado. Y por supuesto que la hay: en este caso no son muchos los llamados y son aún menos los elegidos. El dueño de casa es muy selectivo con sus invitados. Lástima que esto sea también un permiso de entrada a la dejadez.
Tercer paso: El gato negro y el ciprés.
¡Pero existen otros seres vivos en medio de tanto abandono! Un ronroneador gato negro, con alma de brujo y necesitado de cariño. Y un ciprés en la entrada, con sus pies de árbol en la tierra, pero que aún así mira las estrellas y sueña con irse a vivir con ellas. Los representantes de un injustificado rechazo a lo que vive escondido y no terminamos de entender, y de una oculta tristeza nacida de sueños que temen no ser cumplidos.
A esta pobre chica, mi primera novia, la llevé sin anestesia por estos tres pasos. Por supuesto, el resultado de la excursión fue catastrófico. Ella huyó despavorida y yo quedé bastante dolorido. Y todo podría resumirse en el comentario que, estando en la cantina del colegio, mi amiga oyó de sus propios labios y luego me lo volvió a transmitir. Dice que una de sus compañeras le preguntó a mi ex “¿Por qué cortaste con Ignacio?”. Y la respuesta fue “Ay, es muy lindo y todo lo que quieras, pero está bastante loquito”.
Saludos desde algún lugar del camino.
Acho.
PS: La pintura, ni falta hace que les aclare, es del genial Vincent Van Gogh: "Road with cypress and star". Si quieren ver obras de Van Gogh, pongan "Van Gogh" en Google y les van a llover las opciones jejeje. Hay mucho de lindo para ver.
Entonces... así nos encontramos un día: plácidamente acomodados en esa estructura de supuestas seguridades que hemos creado, buscando vivir en paz en ella, para decir que tenemos una casa. Y todo va bien, hasta que descubrimos que nuestro refugio está hecho de vidrio, que todas esas certezas que creemos tener no son tales. Y justo cuando nos damos cuenta, inconscientemente, empezamos a arrojar piedras sobre nuestro frágil techo de cristal (o quizás sea al revés, nos damos cuenta de su fragilidad cuando empezamos a arrojar piedras). No importa, ha llegado el momento de las dudas, el primer atardecer del alma. La granizada de preguntas.
Un profesor nos dijo que el ser humano es filósofo por naturaleza, que nadie se escapa alguna vez de las preguntas que buscan respuestas trascendentes y nunca las encuentran.
Pero, quizás haya una diferencia... Algunos construyen sus refugios con vidrios blindados. Blindados por la cultura en que se han criado, blindados por el modelo de felicidad que han absorbido, blindados por el polvo de los sueños juveniles que se negaron a seguir. Entonces, si inevitablemente a veces arrojan un guijarro, éste rebota sin causar el menor daño.
A otros, apenas nos alcanzó para el vidrio más barato. Porque buscamos algo más que seguir el curso del río, porque nuestro modelo de felicidad se aparta un poco del común, aunque sea apenas unos milímetros. Porque esos sueños imposibles todavía los seguimos soñando. Por todo esto, no pudimos blindar los vidrios y estos caen ante los pesados cascotes que le son arrojados.
Ya hablé de mi reprimido afán destructivo y de la belleza de las casas abandonadas, la inquietante y melancólica hermosura de la decadencia. Hoy, antes de alejarme por el camino de un viaje que no sé adonde habrá de llevarme, voy a divertirme rompiendo las ventanas de mi refugio de vidrio. No por malo, sino por pura sumisión al destino, a la destrucción previa y necesaria para la evolución y a la transformación.
En mi recuerdo, mi refugio permanecerá bello, y cuando esté lejos lo contemplaré sin verlo. Y quizás alguna vez vuelva. Y la casa buscará en vano encontrar a quien hoy ve partir, en el extraño que mañana se reflejará en los vidrios rotos.
Saludos.
Acho
PS: para los que disfrutan como yo de la belleza de los lugares abandonados, vayan dos páginas donde encontrarán con qué darse el gusto.
http://www.xs4all.nl/~kazil/etzweiler.html
http://users.pandora.be/a-p/thumbnails.htm
(en esta última dos recomendaciones especiales: la mística belleza de Castle of Mesen y el dolor en la última nota sobre Compagnie Maritime Belge. Para los que saben inglés, los textos complementan lo maravilloso de las fotografías)
La imagen de arriba es de Photowheel - Graffiti Palace. Link directo: http://users.pandora.be/a-p/graffitipalace01.htm
Nunca fui un niño violento sino en mis deseos más ocultos. Nunca arrojé piedras a los pájaros ni rompí mis juguetes por el mero afán de liberar la energía destructiva que en todos (creo) anida. Ese resabio de conciencia de nuestro destino último que no es otro que la destrucción de la tumba. Hasta ahí lo confirmado, lo que viene después es bastante contingente.
Quizás por esa fijación destructiva que nunca dejé salir, siempre me han llamado la atención las casas abandonadas. Es una de mis tantas obsesiones estéticas. Encuentro en ellas una belleza que me conmueve profundamente, y que surge de su destrucción y abandono, de la decadencia de una gloria de tiempos pasados, de la fuga de los espíritus humanos que un día la habitaron, para preparar la llegada de uno nuevo, un alma propia que se alberga bajo las carcomidas paredes de la estructura.
Si yo fuera una casa, probablemente me parecería a una casa abandonada. Pero, ya que estamos, quisiera parecerme a una casa verdaderamente abandonada, donde no penetre un solo ente humano: ni dueños, ni marginales. Un esqueleto de cemento frío, por donde la soledad campee a su gusto, marcando en la capa de polvo cada una de sus pisadas. Un edificio antiguo y lleno de recodos donde aniden las alimañas de las dudas. Donde el olvido se acomode en los muebles y la nostalgia salude desde las vajillas en desuso. Una casa donde la luz eléctrica ya no se encienda y un montón de tejas rotas dejen ver un retazo de cielo nocturno y estrellas.
Nos esforzamos por construir perfectas nuestras fachadas. Queremos ser esa mansión en la avenida que todos los transeúntes admiran. Me incluyo. Pero mi fachada de casa perfecta es apenas como una de esas escenografías de películas. Cuando llegue el momento, el mundo de cartón será desmontado. Y detrás surgirá la casa abandonada, bella, a pesar de todo.
Saludos Felinos.
Acho.
PS: la imagen la saqué de esta página http://www.charite.de/bbeo/images/wett04/fotowett04.htm . Les diría de qué se trata, pero no entendí mucho porque estaba en alemán. Hay unas cuantas fotos interesantes, de todos modos.
Dicen que la lluvia trae bonanza. O al menos, esa es la excusa que les dan a las novias para que no se depriman a causa del diluvio que cayó justo en el día de su casamiento, complicando el vestido, el peinado e incluso la carrera automovilística de los invitados desde la iglesia hasta el lugar de la fiesta.
Era un día un poco menos lluvioso que hoy (pero lluvioso después de todo) cuando inauguré mi "Diario de Viaje", por llamarlo de algún modo. Un cuaderno universitario destinado a asentar ampliadamente las locuras que aquí aparecen apenas extractadas. No crean que improviso jajaja.
Todavía no llovía, estaba por llover, cuando empecé a jugar por primera vez con las ideas de empezar, mentalmente claro, mi propio viaje de héroe. Y todo aparecía tan divertido, tan clarificador, que sin importar la lluvia y sin más equipaje que el cuaderno, me lancé al camino de mis propios divagues.
Ese cielo gris que gruñía en la lejanía era un calco de mis inquietudes. Esas mismas que se revolvían en mi interior, nublándolo todo. Días antes, repentinamente, nada me parecía claro. Y mi vida era sofocante, aplastante como en esos días de calor húmedo y pegajoso, cuando rogamos por la lluvia y el viento sur (para nosotros, los que vivimos hacia el sur) a fin de refrescar nuestros rostros cansados. Ése mismo viento que llega hoy, climática e imaginativamente hablando. Ese viento anuncia novedades. Quizás respuestas, quizás aprendizajes y hasta dolores. Pero novedades al fin, la certeza de no estar todavía muerto.
Ese día pensé que nuestros deseos, nuestras inquietudes, raramente nos engañan, sino que son señales de algo, así como los truenos nos indican la proximidad de una tormenta. Creo haberle prestado atención a esas señales. Al final del camino veremos si no las he malinterpretado.
Saludos humedecidos.
Acho
(PS: La imagen es de Chiro, el protagonista de una serie de dibujos animados titulada "Super Escuadrón Ciber Monos Hiper Fuerza Ya!" -sí, así se llama, para los que no tienen hermanitos, primitos, sobrinitos, vecinitos que los conecten con la realidad o simplemente la inmadurez necesaria para ver los canales de dibujos animados de vez en cuando y no me creen-. Lo pasan por Jetix, por si quieren verlo)